lunes, 9 de agosto de 2010

El Sky acuático, siempre que pueda...

Y por fin en casa, después de este mi penúltimo fin de semana antes de partir.

El viernes, después de una noche a absentas... (pero eso es otra historia), partimos a La Antilla por la carretera de la Sierra, cruzando Huelva, el viaje fue bien pero cuatro horitas castigan a cualquiera... aunque los camiones que teníamos delante en varias ocasiones nos dejaban atrás.

El sábado lo dedicaríamos al barco, creyendo que nos levantaríamos temprano, mi padre compró churros, desayunamos estos un poco fríos, hicimos unos bocatas y camino a Ayamonte.
Salimos del puerto con nuestro barco, que no era el mas grande pero tampoco el menos potente, y con la pleamar fuimos buscando orillas limpias con aguas frías en las que establecer un primer campamento base y refrescarnos.
La gola aun no estaba descubierta y en las orillas portuguesas solo asomaban rocas, y entonces, como campamento provisional paramos en  orillas españolas cerca de isla canela, el agua no estaba muy limpia, y en las orillas había bastante maleza, pero nos hicimos un hueco donde pudimos porque a izquierda y a derecha teníamos grupos de familias haciendo barbacoas en las orillas pasándose lo que parecían unas sardinitas...
Una vez colocada la sombrilla y al ver que la mar estaba relativamente calmada, dejamos a Elena y a Joaquín en tierra y salimos a esquiar. Que pasada!! Cuanto tiempo sin sentir el tirón en los brazos!! Antes de salir pensaba que no iba a ser capaz, porque llevaba mucho tiempo sin esquiar y ciertamente... estoy en muuuuuuy baja forma, bueno mas bien voy cogiendo forma ovalada... pero nada nada, aguante el tirón inicial y arriba, salia de la estela del barco saltando y alzándome sobre el agua, una pasada... pero como ya he comentado la baja forma me limitó a esquiar un ratino, en cuanto me acerqué a la orilla salí lo más que pude de la estela del barco en medio del giro, y me solté cuando tenía mas velocidad, porque ya no podía aguantar más, y de esta forma llegaría poco a poco a la orilla.
Después de esquiar comimos un poco y nos fuimos a la costa portuguesa, a un pequeño golfo que había encontrado días antes mi padre, y que tenía unas aguas cristalinas y unas arenas finísimas, una gozada.
Pasada la siesta, había bajado lo suficiente la marea se descubrió una pequeña isla de arena fina en la desembocadura del río que llaman Gola, me sorprendí al ver como el río modifica su forma cada año.
Rondaban las seis y media y podíamos comprobar como, a pesar de las cremas, todos nos habíamos quemado, y especialmente Joaquín, que al tener tan largo el flequillo tenia media frente blanca y media roja jejeje. Y nos marchamos a casa.

El domingo, día de recogida, nos dimos un paseo por la playa, un bañito y a comer a un chiringuito en Vila Real de Santo Antonio, donde tomamos un arroz de marisco riquisimo. Después de comer marchamos de vuelta a casa, pero esta vez volvimos por el trayecto que pasa por Portugal... con ayuda del Tonton no hay perdida.
Un fin de semana para "descansar", aunque el mar descansa poco.

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